LA VOz DE SUS SOBREVIVIENTES-4

Aun cuando la Ley Nacional de Salud Mental establece que los manicomios deben cerrarse y ser reemplazados por salas en hospitales generales y por servicios basados en la comunidad, miles de personas en Argentina continúan encerradas en ellos.
La vida en estas instituciones se caracteriza por el hacinamiento, la falta de higiene y de intimidad, los malos tratos, la sobremedicación y el aislamiento social. Las personas que viven en ellos están expuestas a prácticas deshumanizantes, sujetas a rutinas estandarizadas y se ven impedidas de desarrollar proyectos de vida en su comunidad.

Te invitamos a leer los testimonios de quienes habitaron el manicomio, y a compartirlos para que sus voces lleguen a más personas.
ANA

No extraño el hospital, estoy segura que no es un buen lugar para vivir. Cuando me internaron supe por primera vez en la vida lo que era estar fuera del círculo de familiares y vecinos. Algunas prácticas del hospital como las duchas colectivas, la falta de espacios para la intimidad, o la presencia de enfermeros varones, me dañaron el pudor.
Pero la experiencia dolorosa de estar muchos años internada, me dejó algo positivo: el querer hermanarme en igualdad con las personas que también estaban ahí, con sus problemas y sufrimientos. Ese sentimiento lo mantengo hasta hoy.
En el hospital quise empezar a tomar mis decisiones, la más importante fue salir a vivir en la comunidad.
JUAN

En el manicomio uno siente ansiedad, aislamiento. Siente la mirada estigmatizante de la familia y parte de la sociedad con la que uno se vincula. Siente que no puede preguntar, que si otro pregunta algo está bien y si lo pregunta uno, los demás se asustan. Uno siente la espera, y piensa: ¿Quién me metió acá? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Y los responsables?
No se habla de las miles de vidas que están bajo tutela psiquiátrica, con inodoros rebalsados de excrementos, con rejas en las puertas, con gente yendo y viniendo, con represión policial, con profesionales que ignoran la Ley de Salud Mental, con agua fría para bañarse, con las sábanas sucias, las camas y las paredes llenas de bichos y todas sucias, con la comida vieja, los rostros demacrados, la ropa sucia, el olor feo, etc. Hablemos de la alternativa al manicomio, exijamos al Estado que se haga responsable generando más casas de medio camino, que nos garantice los derechos básicos como a cualquier persona, como salud, educación, vivienda y trabajo. Que tengan sueldos dignos los psicólogos, los psiquiatras, los acompañantes terapéuticos de la nueva era, los que se oponen de verdad a la lógica manicomial y se plantan por el cumplimiento de la Ley de Salud Mental n° 26.657 junto a nosotros.

ANA

No extraño el hospital, estoy segura que no es un buen lugar para vivir. Cuando me internaron supe por primera vez en la vida lo que era estar fuera del círculo de familiares y vecinos. Algunas prácticas del hospital como las duchas colectivas, la falta de espacios para la intimidad, o la presencia de enfermeros varones, me dañaron el pudor.
Pero la experiencia dolorosa de estar muchos años internada, me dejó algo positivo: el querer hermanarme en igualdad con las personas que también estaban ahí, con sus problemas y sufrimientos. Ese sentimiento lo mantengo hasta hoy.
En el hospital quise empezar a tomar mis decisiones, la más importante fue salir a vivir en la comunidad.
JUAN

En el manicomio uno siente ansiedad, aislamiento. Siente la mirada estigmatizante de la familia y parte de la sociedad con la que uno se vincula. Siente que no puede preguntar, que si otro pregunta algo está bien y si lo pregunta uno, los demás se asustan. Uno siente la espera, y piensa: ¿Quién me metió acá? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Y los responsables?
No se habla de las miles de vidas que están bajo tutela psiquiátrica, con inodoros rebalsados de excrementos, con rejas en las puertas, con gente yendo y viniendo, con represión policial, con profesionales que ignoran la Ley de Salud Mental, con agua fría para bañarse, con las sábanas sucias, las camas y las paredes llenas de bichos y todas sucias, con la comida vieja, los rostros demacrados, la ropa sucia, el olor feo, etc. Hablemos de la alternativa al manicomio, exijamos al Estado que se haga responsable generando más casas de medio camino, que nos garantice los derechos básicos como a cualquier persona, como salud, educación, vivienda y trabajo. Que tengan sueldos dignos los psicólogos, los psiquiatras, los acompañantes terapéuticos de la nueva era, los que se oponen de verdad a la lógica manicomial y se plantan por el cumplimiento de la Ley de Salud Mental n° 26.657 junto a nosotros.

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