LA VOz DE SUS SOBREVIVIENTES
La vida en los manicomios se caracteriza por el hacinamiento, la falta de higiene y de intimidad, la violencia física y psicológica, la sobremedicación y el encierro. Estas instituciones deshumanizan a las personas y les impiden vivir en la comunidad según sus deseos y preferencias.
Te invitamos a leer los testimonios de quienes habitaron el manicomio, y a compartirlos para que sus voces lleguen a más personas.
Juan
En el manicomio uno siente ansiedad, aislamiento (…) y piensa: ¿Quién me metió acá? ¿Qué hice yo para merecer esto?
En el manicomio uno siente ansiedad, aislamiento. Siente la mirada estigmatizante de la familia y parte de la sociedad con la que uno se vincula. Siente que no puede preguntar, que si otro pregunta algo está bien y si lo pregunta uno, los demás se asustan. Uno siente la espera, y piensa: ¿Quién me metió acá? ¿Qué hice yo para merecer esto? ¿Y los responsables?
No se habla de las miles de vidas que están bajo tutela psiquiátrica, con inodoros rebalsados de excrementos, con rejas en las puertas, con gente yendo y viniendo, con represión policial, con profesionales que ignoran la Ley de Salud Mental, con agua fría para bañarse, con las sábanas sucias, las camas y las paredes llenas de bichos y todas sucias, con la comida vieja, los rostros demacrados, la ropa sucia, el olor feo, etc. Hablemos de la alternativa al manicomio, exijamos al Estado que se haga responsable generando más casas de medio camino, que nos garantice los derechos básicos como a cualquier persona, como salud, educación, vivienda y trabajo. Que tengan sueldos dignos los psicólogos, los psiquiatras, los acompañantes terapéuticos de la nueva era, los que se oponen de verdad a la lógica manicomial y se plantan por el cumplimiento de la Ley de Salud Mental n° 26.657 junto a nosotros.
Ana
Estoy segura que no es un buen lugar para vivir.
No extraño el hospital, estoy segura que no es un buen lugar para vivir. Cuando me internaron supe por primera vez en la vida lo que era estar fuera del círculo de familiares y vecinos. Algunas prácticas del hospital como las duchas colectivas, la falta de espacios para la intimidad, o la presencia de enfermeros varones, me dañaron el pudor.
Pero la experiencia dolorosa de estar muchos años internada, me dejó algo positivo: el querer hermanarme en igualdad con las personas que también estaban ahí, con sus problemas y sufrimientos. Ese sentimiento lo mantengo hasta hoy.
En el hospital quise empezar a tomar mis decisiones, la más importante fue salir a vivir en la comunidad.
María
La forma de vida en el hospital fue profundamente dañina para mí.
Estuve 22 meses internada. Cuando salí de la crisis ya había perdido toda posibilidad de retomar mi vida, la forma propia del hospital me encerró.
Si bien no fui agredida personalmente durante la internación, siempre supe que la forma de vida en el hospital fue profundamente dañina para mí. Hoy vivo con otras personas que estuvieron internadas, en libertad y sin ninguna dificultad, y trabajo en un emprendimiento laboral.
Verónica
La internación hace perder la condición de persona y quita la capacidad de ansiar la libertad. La misma internación nos robotiza.
Sufrí una larga internación, que fue una injusticia inaceptable. Estar en el manicomio es mucho peor que estar en la cárcel. En él se pierden los lazos afectivos, tanto al momento de la internación como a lo largo del tiempo de aislamiento. Nadie debería vivir allí.
En el hospital hay falta de autonomía en las decisiones cotidianas, rutinas en que todo está establecido sin margen para elegir qué hacer, cuándo, cómo, con quiénes. En una repetición sin fin. La internación hace perder la condición de persona y quita la capacidad de ansiar la libertad. La misma internación nos robotiza.
Bárbara
Tuve una internación corta, pero fue tan intensa y tan terrible, que me marcó para toda la vida.
Cuando me buscaron para internarme había policías, psiquiatras y enfermeros. Cuando los vi me puse muy mal, nunca imaginé semejante cuadro. Intenté evitar la internación pero los enfermeros me sometieron con mucha violencia, me pusieron un chaleco de fuerza, y me trasladaron en una ambulancia acompañada por un patrullero.
En toda la clínica había cámaras, ninguna privacidad. Un montón de puertas, como blindadas, se iban cerrando de golpe y con mucha fuerza, una tras otra mientras uno pasaba maniatado y llevado a las rastras. Estando ahí, no tenía ganas de comer ni de nada, entonces me drogaron absolutamente y amanecí en una cama totalmente desnuda, en una sala general de hombres y mujeres. Tenía un pañal, ni siquiera podía ir al baño, y tenía las manos y pies sujetos.
No había nadie que viniera a decirme mis derechos. Al momento de mi internación, yo no sabía que ya había una ley en la Ciudad de Buenos Aires que se estaba violando totalmente.
Hoy sé que la única manera que hay para una rehabilitación es que todas las personas puedan acceder a un trabajo, a una vivienda, a un entorno social y a una inclusión social real en distintas actividades.
Eduardo
Una vez casi me matan por el exceso de psicofármacos. Por milagro sigo vivo.
Estando internado no podía dejar de cumplir a rajatabla lo que decían los médicos. Tomaba ocho medicaciones por día que, en su mayoría, no resolvían el problema. Una vez casi me matan por el exceso de psicofármacos. Por milagro sigo vivo.
Cuando me fui del hospital, decidí no tomar más medicación, salvo aquella que me ayude a resolver mi problema, y hacer mi vida como cualquier persona.
Yo también tenía una declaración de insania que no me permitía disfrutar de mis derechos como persona. Me habían quitado esa posibilidad, y me pusieron bajo curador oficial. Hace 5 años pedí su revisión y cerraron la causa.
Actualmente, la gente sigue sufriendo en los hospitales psiquiátricos. Yo sigo luchando para que todas las personas con problemas mentales tengan los mismos derechos que yo, tengan derecho a decidir sobre su propio destino, a decidir sobre su medicación, y a decidir cómo vivir su vida.
*Algunos nombres utilizados son ficticios para resguardar la identidad de las personas que así lo solicitaron.
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